jueves, 10 de octubre de 2013

Un grupo de científicos de las universidades estadounidenses de Iowa y Southwestern, en Texas, Estados Unidos, descubrieron, gracias al estudio de la genética de dos familias afectadas por trastornos de alimentación, ‘dos mutaciones genéticas, una en cada familia, que se asocian con un mayor riesgo de desarrollar estas alteraciones en las prácticas alimenticias’.

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El estudio muestra que: “los dos genes interactúan en la misma vía de señalización en el cerebro y que las dos mutaciones producen el mismo efecto biológico”.
Los resultados, publicados en ‘Journal of Clinical Investigation’, sugieren que: “esta vía podría representar una nueva diana para comprender y potencialmente tratar trastornos alimenticios”.
Michael Lutter, profesor adjunto de Psiquiatría y autor principal del estudio explicó que: “Los trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa y la bulimia suelen ser hereditarios, pero hasta ahora fue difícil identificar genes específicos que aumentan el riesgo de una persona a estas enfermedades complejas.  Lo que realmente selló el hallazgo de que la asociación era real fue que las mutaciones tienen el mismo efecto”.
“La investigación sugiere que las mutaciones que disminuyen la actividad de un factor de transcripción, una proteína que activa la expresión de otros genes, llamada estrógeno relacionado con el receptor alfa (ESRRA), aumenta el riesgo de trastornos de la alimentación”.
“La anorexia y la bulimia nerviosa son muy comunes, especialmente entre las mujeres, afectando a entre el 1 y el 3 por ciento del género femenino, además de estar entre las más letales de todas las enfermedades psiquiátricas: aproximadamente una de cada mil mujeres morirán a causa de la anorexia”.
“Buscar genes asociados con enfermedades complejas como trastornos de la alimentación es un desafío. Los científicos pueden analizar la genética de miles de personas y usar las estadísticas para encontrar variaciones genéticas comunes y de bajo riesgo, cuya acumulación provoca trastornos complejos de enfermedades psiquiátricas como los de alimentación o condiciones como patologías del corazón u obesidad”.
“En el otro extremo del espectro, se encuentran variantes genéticas muy raras que confieren casi un cien por cien de riesgo de contraer la enfermedad. Para localizar estas variantes, los investigadores recurren a las familias numerosas que están gravemente afectadas por una enfermedad, como fue el caso de  él y sus colegas, que pudieron trabajar con dos de estas familias para identificar los dos nuevos genes asociados a trastornos de la alimentación”.
“Se analizó a 20 miembros de tres generaciones de una misma familia (diez personas afectadas y diez no afectadas) y ocho de una segunda familia (seis afectados y dos no afectados). El gen descubierto en la familia más grande era ESRRA, un factor de transcripción que activa la expresión de otros genes. La mutación asociada con trastornos de la alimentación disminuye la actividad de ese gen”.
“El gen hallado en la segunda familia es un represor transcripcional llamado histona deacetilasa 4 (HDAC4), que desactiva los factores de transcripción, incluyendo ESRRA. Esta mutación es inusual en el sentido de que aumenta la actividad del gen, puesto que la mayoría de las mutaciones disminuyen o destruyen la actividad de un gen”.
“El equipo también encontró que las dos proteínas afectadas interactuaban entre sí: HDAC4 se une a ESRRA y lo inhibe.  El hecho de que la mutación HDAC4 pase a aumentar la actividad de los genes y su capacidad de reprimir ESSRA que encontramos en la otra familia fue más que una coincidencia”.
“Estos dos genes ya se sabe que están implicados en las vías metabólicas en el músculo y el tejido graso, además de que ambos están regulados por el ejercicio. En el cerebro, HDAC4 es muy importante para la regulación de los genes que forman conexiones entre las neuronas, pero no se sabe casi nada sobre el papel de ESRRA en el cerebro, a pesar de que se expresa en muchas regiones cerebrales que se rompen en la anorexia”.
Lutter y sus colegas planean estudiar el papel de estos genes en ratones y en cultivos de neuronas para saber exactamente qué están haciendo en el cerebro, además de buscar maneras de modificar la actividad de los genes, con el objetivo a largo plazo de encontrar pequeñas moléculas que podrían desarrollarse en las terapias para los trastornos alimentarios. También planean estudiar a los pacientes con trastornos de la alimentación y ver si otros genes relacionados con la vía cerebral ESSRA/HDAC4 se ven afectados.

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